Ya tenemos en el blog la nueva aventura de Roi, el viajero manitas. ¿Te la vas a perder?
Arrancamos compañeros y compañeras de viaje con una nueva carta y mi humilde recomendación del mes.
Destino Uzbekistán, que es de donde acabo de llegar, un país con una riqueza humana y cultural impresionante, por sus calles se han paseado, Profetas, Obispos, Militares, y otras gentes de mal vivir. La evocación de la Ruta de la seda nos lleva inmediatamente a soñar, caravanas, luna llena, caravanserais, harenes…Uhmmmm, crisol de culturas, ¿vamos otra vez?
Vamos con la batallita del mes, esta vez pasamos a tierras africanas, ¡una Africanada!
Aeropuerto de Dar Es Salam, Tanzania, 06.30 de la mañana.
Todavía con las legañas en los ojos y agotados pero felices tras un viaje de 25 días nos acercamos al puesto de control de aduanas, a mi todavía estos puestos me ponen los pelos como escarpias, ¿Qué pasará otra vez?.
Con tranquilidad y ritmo africano vamos pasando los innumerable controles de “seguridad”. La mitad del grupo los ha pasado sin problemas, incluso alguno se ha ido directamente al mostrador de facturación sin enterarse, de la existencia del control. De repente salta la alarma, el Teniente Coronel “Uge” de turno, haciendo gala de su poder, soberbia y orgullo digno de un napoleón de 3ª división, detecta a uno de los pasajeros que regresaba a casa, una estupenda y colorista concha comprada en el mercado de Zanzíbar, (por cierto, mercado muy recomendable a visitar, sobre todo si quieres comprar especias a muy buen precio, evidentemente negociando el precio final con un duro regateo). La concha en cuestión era una especie común, no protegida y de venta corriente. El asunto derivó en una interminable discusión, con amagos de detención del pobre pax por parte del inefable Teniente Coronel Uge y cara lívida incluso blanquecina del inocente viajero, creo que en ese momento le reventó hasta la goma del calcetín del susto. No obstante, en ningún momento el susodicho teniente levantó la voz, detalle que me dio la pista de qué es lo que sucedía: ¿quería una propina extra tal vez?, y con excusa de la concha ¡la iba a conseguir! En este caso la jugada no le salió bien, ya que mostramos la concha ostentosamente para que lo viera todo el mundo y le dijimos que era un presente para él, por su buen hacer, y por darnos la seguridad que necesitábamos y que no era una especie protegida ni mucho menos, si no la más bella concha entre las bellas. Entonces al ver que no tenía escapatoria mostró una sonrisa digna de Jim Carrey y entre halagos, abrazos nos acompañó hasta la puerta de embarque, deseándonos un buen vuelo y felicidad para toda la familia, tíos, tías, hermanos, hermanas, primos…..cuñados…etc.
¡Kwaheri mzungo, Safari njema !
( Hasta la vista blanco, buen viaje)
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